¿SEMINARIOS MARICAS?
A propósito de María
GEMA SEGOVIANO, Grupo de Fe y Espiritualidad de FELGTBI+, feyespiritualidad@felgtb.org
SEGOVIA

ECLESALIA, 14/06/24.- Hace unas semanas, en el periódico ABC se recogían unas declaraciones que, supuestamente, el Papa Francisco habría realizado en un encuentro con los obispos de Italia y que se correspondían a una consulta sobre qué hacer ante los candidatos al sacerdocio que se hubieran declarado homosexuales.

La respuesta de Francisco fue la de no admitirlos al seminario ya que según su propia experiencia, era probable que estas personas vivieran una doble vida y de ocultamiento. ¿En serio? ¿Sólo las personas homosexuales son las únicas en sucumbir a los pecados de la carne y a mantener relaciones sentimentales? ¿Qué hay de todos los casos de abusos de sacerdotes a niñas y mujeres? En el encuentro parece ser que el propio Papa también se quejaba de que en algunos seminarios italianos se respiraba un ambiente muy marica.

Habría que recordar que la palabra marica surge como un apelativo cariñoso, diminutivo de María, a quien la Iglesia Católica siempre ha presentado como el ideal de mujer, sobre todo en los papeles de cuidadora, cariñosa, maternal, mediadora, comprensiva, pacífica, humilde, generosa, acogedora, que ha adjudicado tradicionalmente a todas las mujeres. Lógicamente para evitar que la mujer fuera tan admirada la colocaron una serie de atributos que echaban por tierra los anteriores, (eso sí, ya no se referían a María,); la lista empezaría por la inconstancia, la debilidad de carácter, la torpeza, la volubilidad, la concupiscencia, el egoísmo, la frivolidad, la envidia, y así un recorrido por todas esas variables de la personalidad, que cualquier persona puede presentar, pero que para la iglesia católica (y gran parte de la sociedad) está solo presente en las mujeres y, además, en dosis muy altas.

Así que, mientras que la jerarquía vaticana y su cabeza visible sigan pensando más con la segunda lista de características, es comprensible que el sacerdocio se vete a quienes muestren un grado superior por las virtudes primeras, lo cual incluye a una gran parte de personas, hombres y mujeres, independientemente de por quién sientan atracción afectivo-sexual. Siguiendo el razonamiento de lo que sería un seminario marica, yo quiero pensar que es posible que las llamadas virtudes marianas fueran las que de verdad se trabajasen, esas por las que, de verdad, una persona sí sería capaz de ejercer una paternidad espiritual responsable para todo el mundo, y en ese caso habría que gritar: «¿Seminarios maricas? ¡Sí, gracias!» (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia. Puedes aportar tu escrito enviándolo a eclesalia@gmail.com).