CUIDADO SOCIAL Y SALUD PÚBLICA
CÉSAR ROLLÁN SÁNCHEZ, eclesalia@gmail.com
MADRID.
ECLESALIA, 26/07/24.- Esperaba, con mi padre, a que la enfermera atendiera a mi madre por un mareo momentáneo en el Centro de Mayores del barrio. Delante de nosotros estaba un matrimonio esperando a que les atendiera el médico; mientras, hablaban con su hijo de lo de Pedro Sánchez y su mujer; en sus palabras se veía la rabia que le tenían y no refrenaban su necesidad de llamarle perro.
En cuanto llegamos al Centro de Salud con los síntomas de mi madre, nos atendieron con rapidez para que enseguida le examinara Mónica, la enfermera, a la que no habíamos visto antes y que, quizás, esté de paso. Le hizo todas las pruebas a su alcance para descartar baja tensión, falta de oxígeno, exceso de glucosa o anomalía en su pulso, mientras le hablaba con palabras cercanas y tranquilizadoras. «Pues ha debido ser un síncope», concluyó, lo que para los tres supuso un alivio pues, según ella, se pasa solo. Nos aconsejó prestar atención por si se repetía y llevar a cabo los consejos que se dan para evitar el exceso de calor.
A la salida nos encontramos, de nuevo, con la pareja de ancianos que se regodeaba en los infortunios del presidente del gobierno español y a la que se le hacía la boca agua pensando en que volvieran «los de Rajoy», decían. Les tenemos en la Comunidad de Madrid y buena parte de sus decisiones apuntan a que su intención no es, precisamente, procurar una buena sanidad pública en atención primaria; nuestra amiga Mónica -curiosa coincidencia con el nombre de la enfermera-, que es médica de familia en un barrio del sur de la capital, nos contaba el pasado domingo las graves carencias que tienen de personal y el maltrato que están sufriendo por parte de la administración actual los profesionales de la sanidad.
El fin de semana lo pasamos con Mari Paz y Jesús, ya jubilados, en un pueblo de Soria. Jesús ha trabajado como enfermero toda su vida y en las largas conversaciones de sobremesa, se sumaron las anécdotas de su profesión a las narraciones de los cuatro comensales, muchas de ellas muy significativas de lo que esta es y supone.
El martes, a última hora de la tarde, decidimos acercarnos a uno de los grandes hospitales de Madrid para disfrutar de la proyección de la película La familia Benetón frente a la entrada de Maternidad, un evento organizado por la Asociación de Cirugía Pediátrica con el Hospital Universitario La Paz y la colaboración de una farmacéutica y un par de empresas audiovisuales, junto a varios patrocinadores.
En pocos días se nos han agolpado distintas experiencias relacionadas con la salud y el cuidado y no puedo evitar reflexionar sobre esta importantísima faceta de nuestra sociedad del bienestar.
Todas las personas que se dedican a la salud de las demás recorren una carrera muy exigente y se ven fortalecidas por su gran vocación. No todas las personas que organizan el cuidado social gestionando la sanidad pública lo están por el interés común (solo hay que leer los programas electorales y las consecuencias de las políticas que llevan a cabo unos partidos frente a otros). Todas las ciudadanas y ciudadanos necesitamos, continuamente, que nos cuiden con palabras y hechos cuando nos encontramos mal.
De todo lo que se cuenta sobre Jesús el resumen es que «pasó haciendo el bien»; en estas cuatro palabras se encierra su buena noticia y esa carta de presentación debería ser la de toda aquella persona que se diga cristiana. Ninguna puede llamárselo si no tiene esa pretensión; de no ser así el mismo nazareno le llamaría «sepulcro blanqueado». El cuidado social está en nuestra manera de entender la fe y, por lo que hemos descubierto como sociedad, el cuidado de la salud pública desde la atención primaria, es un bien que hay que atender con prioridad.
La ciudadanía es la que disfruta de este bien común que procuramos con nuestros impuestos. También es la encargada de elegir las políticas que llevan a potenciar la sanidad pública desde la base. No deberíamos dejar de lado este asunto en cada elección política si queremos que el personal sanitario, mayoritariamente vocacionado para su trabajo, lleve a cabo su vocación de la mejor manera posible (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia. Puedes aportar tu escrito enviándolo a eclesalia@gmail.com).

Gracias, César, por tu compañía y comprensión.
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