HOY TAMBIÉN… SENCILLAMENTE NACE
IÑIGO GARCÍA BLANCO, Hermano Marista, i.garciablanco@gmail.com
MADRID
ECLESALIA, 23/12/24.- Navidad es siempre, para los creyentes, una invitación a reavivar la alegría, la esperanza, la justicia social, la solidaridad, la fraternidad y la confianza total en el Dios-de-la-Vida-y-del-Encuentro.
“Espero que en la frontera aprendamos a vernos a nosotros mismos
y no nos cerremos a nuestra propia carne.Espero que, en la frontera, a la luz de la fe,
se nos encuentre siempre tan cerca de los pobres que se nos confunda con ellos,
que seamos uno con ellos.”
(Mons. Santiago Agrelo)
Dios llega a nuestras vidas de forma impertinente, en esta y en aquella otra orilla. No anuncia su llegada ni señala el tiempo o el lugar. ¡Sencillamente nace!
Tampoco sus modos son previsibles: viene revestido de pobreza, vulnerable, indefenso… nacido en un “pesebre”, en un cayuco o embarcación de rescate, al amparo de los escombros de una humanidad violentada en … (¿qué región es hoy noticia?), a la intemperie. ¡Sencillamente nace!
Y solemos tener nuestros hogares “tan armados” que no tenemos lugar para Él… y, en el mejor de los casos, le indicamos dónde sí necesitan de su presencia: aquellos pesebres donde nadie quiere entrar. Así que, ¡sencillamente nace!
En los dolores del mundo y de nuestra existencia habrá de nacer. Y traerá gente, pastores o magos de oriente, sin-techo o refugiados, migrantes o temporeros, musulmanes-judíos-hindúes-místicos-algún que otro creyente, descartados de nuestro tiempo y de nuestra historia… para llenar nuestros vacíos y silencios. Dios, el impertinente, quiere nacer. ¡Mira que ya no hay cabida para más esperanzas!
La Navidad de Dios proclama que “las cosas pueden cambiar” en esta historia de desigualdades. Y sin esperarlo… nos encontramos con el recién nacido que cambia nuestra mirada. Porque, ¡sencillamente nace!
¿En este recién nacido se encarna Dios? Nuestra mirada se conmueve ante su fragilidad y destello de humanidad. ¡Son tantos los rostros encarnados en que se muestra este Dios-del-Encuentro! ¡Y de la mano de una mujer, portadora de esperanza y de la promesa de un tiempo nuevo!
Sigue siendo Navidad en cada historia, en cada orilla, en cada vida que se abre al Misterio. En cada verbo que se hace eco de las palabras de justicia y de paz. En cada gesto que se suma en la movilización de los derechos sociales, los derechos de la Tierra, los derechos de la Vida.
Sigue siendo Navidad en mi vida, en tu vida, si dejamos que el evangelio de la vida acampe en nuestras estancias. Porque … ¡sencillamente nace con esperanza y bendita humanidad!
«Algo nuevo está brotando,
¿no lo notáis?» (Is 43, 19).
Agradecido y bendecido yo también digo, ¡es Navidad! (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia. Puedes aportar tu escrito enviándolo a eclesalia@gmail.com).
