BENDITA LETANÍA
MARIÀ MORENO, mmorenom18@gmail.com
CALELLA (BARCELONA).
ECLESALIA, 30/12/2024.- Bendita letanía si puedo alcanzar a recitarla para vosotras cada diciembre. Una vez más, atravesando cordilleras, cruzando ríos y hasta un océano, este deseo llega ante ti, como desde hace ya diecinueve diciembres. Vuela junto al pleno convencimiento de que somos seres espirituales viviendo una experiencia humana. Doy Gracias porque seas el destino de este deseo. Doy también Gracias porque la generosidad de la Vida hace que este año alguien más lo lea por primera vez.
Cumplo un año que contiene la extraña misión de contar hasta 63 respecto a los que respiro, y que dice también ser el primero, tan solo el primero, de mi supervivencia. Las dos cuentas son ciertas, tanto como lo acontecido a partir de noviembre del año pasado. Confieso ante vosotras que todavía no he entendido demasiado lo ocurrido ¿Por qué llegar tan lejos, hasta el práctico desahucio vital, para después volver con unas secuelas ciertas, sí, pero tan leves, tanto, que no vale la pena mencionarlas?
Agradezco las muchas muestras de afecto que me habéis entregado, si bien debo alegar que algunas han sido francamente desproporcionadas. Lo que haya podido dar no es más que un céntimo de lo que me habéis dado antes. Asumo que no puedo explicar la sensación que me produce que por mí se multiplicaran los rezos sin importar ni mi credo ni el de quien oraba por mí. Repaso mis hechos y en ellos no encuentro justificación suficiente para haber recibido tan magno regalo.
Agradezco también la más que intensa atención que mi familia me ha dispensado. Mis hijos y mis hermanos, quiero citar también la dedicación de Ana, ayer mi esposa y hoy y siempre madre de mis hijos, y muy especialmente a mi hermano Joan y mi prima hermana Antonia, ellos dos son el motivo de que ahora viva en Calella, han cargado con el peso de mi recuperación.
Desde algunas personas, surge la cuestión de «no meneallo» en exceso, de aceptar lo ocurrido y preocuparme básicamente de mi supervivencia. Llevo meses meditando sobre este «vivir en la supervivencia», y no acabo de encontrar acomodo en él.
Sentado, escucho un latido que alberga todo lo vivido. La impecable nostalgia de lo que no volverá a ser, la luz de cuanto queda por ver. El asombro furtivo y una inmensa fe. Todo es armonía en su canto. Cuando alcanza a vestirse de voz, me entrega un mensaje envuelto en las manos que ayudan. Con él y de él nace mi deseo para ti.
Mi deseo para ti esta Navidad es que tu supervivencia nunca sea solo tal. Que tu estela sepa componer la forma de ser con y para los demás. Que tu vivir sea el canto bonito de quien en el otro encuentra lo propio, y en atenderlo, la hermosa luz que ilumina su sendero (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia. Puedes aportar tu escrito enviándolo a eclesalia@gmail.com).
