ORIGEN, DESARROLLO Y FINALIDAD III
MECHA Y ROBERT, robertbentancur@gmail.com
CIUDAD DE LA COSTA (URUGUAY).

ECLESALIA, 24/02/25.- La conciencia de nuestros límites nos lleva a reconocernos como seres en permanente crecimiento y construcción. Y en ese camino tenemos todo tipo de experiencias. Enumeramos sólo algunas. Cada uno podrá descubrir y ampliar estas percepciones de vida. A través del conocimiento de las experiencias de otros también podemos ampliar nuestro horizonte en una permanente búsqueda de plenitud.

Experiencia de individualidad

Cada uno somos únicos e irrepetibles. Originales. Una canción maravillosa que sólo un único intérprete puede ejecutarla. De ahí la importancia de cada uno de nuestros actos y aportes. Las semillas son pequeñas pero sembrarlas puede resultar en una multiplicación de vida insospechada. Que hace trascender a quien la siembra y da lugar a árboles frondosos donde otros pueden cobijarse.

Experiencia de aprendizaje

Al principio de nuestra existencia estamos normalmente rodeados de un entorno que nos permite desarrollarnos aunque no tengamos conciencia racional de lo  que nos está sucediendo. De todas formas el cariño o su falta comienzan a grabar una hoja de ruta para nuestro desarrollo.

A medida que vamos adquiriendo un crecimiento en todos los planos vivimos el asombro de un niño que descubre el mundo que lo rodea. Poco a poco vamos percibiendo mil vivencias y herramientas que nos ayudan a profundizar el descubrimiento de nuestras capacidades. Y es un camino permanente que nos abre horizontes nunca soñados. Cuando junto a otros multiplicamos la construcción de un mundo más complejo y humano sentimos que hay una plenitud que nos genera el haber alcanzado metas. Y, al caminar mirando el horizonte, cada vez lo vemos más amplio. Desafiante. Fantástico. Sin límites. Utópico. Pero que nos impulsa a seguir andando…

Experiencia de sufrimiento

Al ir creciendo hay múltiples obstáculos que nos hacen sufrir. Pero esa fuerza interior de la que todos somos portadores (gratuidad y solidaridad = amor) nos impulsa al bien, nos permite ir superándolos y curar las magulladuras. Eso no resta dolor pero sí capacidad de ir descubriendo que más allá del dolor hay un misterio. Hay algo que nos dice que el sufrimiento no puede tener la última palabra. Y eso da alas a una permanente búsqueda de solución del dolor. Es ahí donde la ciencia tiene una palabra cada vez más fuerte. Pero más que todo siempre hay algo que lo mitiga y alivia: el compromiso de afecto, servicio, compasión y acompañamiento de otros. Esa dimensión en la que todos crecemos como seres humanos mejor realizados. 

Experiencia de incertidumbre

En cualquier momento en que nos detenemos a pensar, rápidamente nos encontramos con mil incertidumbres y fragilidades. Esto nos provoca miedos que condicionan las acciones que tomamos. Sin embargo, siendo honestos con nosotros mismos, también contamos con mecanismos que nos hacen caer en la cuenta que tenemos enormes capacidades de superación de tales temores. Sucede que nos cuesta un poco más enfocarnos en esas capacidades que nos devuelven la serenidad para seguir construyendo lo bueno que sí podemos hacer.

A este respecto nos quedó grabada una frase: “En estos tiempos de ahorro energético no podemos gastar un gramo de energía en sentimientos negativos”. Muy por el contrario, también experimentamos a diario que “las cosas que entusiasman, que nos tiran para adelante, son las cosas positivas. Eso nos motiva a un permanente retorno al optimismo. 

Como comprobación adicional podemos consensuar en que “siempre” es posible cambiar nuestra expresión controlable, nuestro rostro, nuestro gesto. Por más que nos cueste. Hay que probarlo. Y en ese ejercicio iremos ayudándonos a aflojar nuestros músculos que nos ayudan a aflojar nuestras tensiones, nuestras inseguridades del alma. Al final también compartiremos una “solución mágica” mayor.

Experiencia de equilibrio

En las balanzas de platillos hay dos flechas que nos indican cuándo están en equilibrio. Si en uno de ellos hay mayor peso baja y el otro sube. Para volver la flecha al centro hay que agregar contrapesos al platillo que está más alto. En nuestros sentimientos, acciones, pasiones, constantemente estamos expuestos a desequilibrios. Y se nos hace imperioso buscar amortiguarlos para que nuestro interior no se desgarre. Cuando estos desequilibrios suceden en el trato con los otros o entre grupos humanos la tentación de una respuesta violenta está a la vuelta de la esquina. Con sus consecuencias.

Claro, en nombre muchas veces de la justicia (nuestra justicia) es natural que uno busque contrarrestar lo que entendemos que el otro trata de provocar un cambio en nuestros valores, sentimientos o principios. Y es legítimo. Pero para que esto sea así debemos tener en cuenta también otros valores además de la justicia. De lo contrario quizás el remedio sea peor que la enfermedad. Ahí juegan otros ejercicios como el clima de diálogo, el ponernos en el lugar del otro, el escuchar, el darnos tiempo…

Experiencia de felicidad

Cuando todo el entorno nos sonríe y canta uno siente que el sol brilla distinto. Es la contracara del sufrimiento. Lo que nos despierta la curiosidad de investigar cómo vivir en permanente felicidad. Nadie está excluido de esta búsqueda. Sólo que los caminos por donde transitamos son distintos: el dinero, el poder, las drogas, el desenfreno y mil formas llamativas que seducen nuestra imaginación como cristales de colores. Al cabo de un tiempo la felicidad se nos escabulle como agua entre las manos. Y, de pronto, nos invade lo contrario que buscábamos… Si experimentamos hambre es una señal de que necesitamos alimento. Si universalmente experimentamos un deseo de felicidad es una señal de que nos sentimos incompletos hasta alcanzarla. 

De uno de los libros más queridos que hemos leído recordamos una frase: “La felicidad comienza cuando empezamos a buscar la alegría del que está al lado”. Es un paso. Veremos dónde termina. Pero mientras así caminamos, un sentimiento de serenidad y paz nos acompaña.

Una vez más los principios de gratuidad y solidaridad en los gestos que hacemos son un camino válido para ir lográndola. De esta mención arbitraria de experiencias podemos conseguir algunas luces que iluminen mejor lo que nos impacta cada día. Nuestro interior se va unificando al pasar los acontecimientos a través de algunos de los valores que mencionamos antes. Hay múltiples visiones e interpretaciones. 

Entre muchos elementos que cada uno pueda encontrar para enfrentar lo que a diario vive a nosotros nos ayuda bastante pasar dicho acontecimiento por un cernidor: Si nos ayuda a ser más persona nos parece que va por buen camino. 

También estamos escuchando más atentamente a dos maestras: La necesidad. nos hace descubrir y proyectarnos por sendas impensadas para poder satisfacerla. Ya sea para aprender algo que no conozco, hacer algo que me gusta, formar una huerta comunitaria o mil otras necesidades que cada uno pueda experimentar. La realidad. Tenemos sueños fantásticos, queremos cambiar el mundo, el partido político, el grupo de amigos, al que está a mi lado… pero resulta que no me corresponde, no está a mi alcance, Y en lo que sí podemos, bueno, jugar el partido con ganas. Aprendiendo a ACEPTAR con inteligencia, exigencia y compromiso.

Como resultado vamos descubriendo un poco más de sabiduría para hacer los deberes que nos sugieren tales maestras. Y sacar buena nota.

Una propuesta de solución “mágica”

Un último “pique” que siempre está a nuestro alcance. Y lo compartimos desde nuestra vivencia (con todos los defectos que tenemos) y es la llave de oro que abre las puertas de solución a cualquier situación que se nos presenta: entregar, ofrecer sin condiciones todo lo que vivimos, sentimos o hacemos al Dios de la vida, la alegría y la esperanza. Él siempre nos va a escuchar, consolar, acompañar aun cuando nos parezca ausente. Es como el aire. No lo vemos pero sin Él no existimos.

Como verán, estas palabras de pronto hay que repasarlas un poco releyendo lo que de entrada no nos quede claro. Y cuestionarnos lo que sea necesario. De todas formas lo que sí queremos es que sientan nuestro cariño y afecto mayor y nuestro acompañamiento siempre (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia. Puedes aportar tu escrito enviándolo a eclesalia@gmail.com).

El mejor de nuestros abrazos fuertes.

Mecha y Robert