BENDITO Y ALABADO
Santísimo Sacramento del altar
CRISTOBAL CRAVERO, cristobaljcravero@gmail.com
CÓRDOBA (ARGENTINA).

ECLESALIA, 28/07/25. Muchos profetas y reyes quisieron ver lo que yo veo y no lo vieron. O más bien, quisieron ver a quien yo veo, y no lo vieron.

Pienso en aquello que enseña el filósofo Juan Pablo Roldán: en el fondo el ser humano es un buscador de personas. Pues el anhelo más profundo es un encuentro personal, profundo, verdadero.

También me resuena aquello en lo que san John Henry Newman tanto insistió: la comunión entre corazones -el centro de la persona para la Palabra de Dios y para el pensamiento clásico-. El Cardenal llamó a esta realidad espiritual cor ad cor loquitur (el corazón habla al corazón).

Ellos no lo vieron, ¡y yo si lo veo! Estoy frente al Hijo de Dios vivo, que es a la vez cordero y león. En el silencio de la adoración eucarística, se alegra por este encuentro mi pobre corazón. Es un encuentro silencioso porque “sin hablar, sin pronunciar palabras, sin que se escuche su voz, resuena su eco por toda la tierra y su lenguaje, hasta los confines del mundo” (Sal 19, 4-5).

Lucho por callar mi mente y mi corazón, para oír las palabras de mi Maestro, Amigo y Señor.

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