La Vanguardia, 5 de septiembre de 2001
EL PAPA SUBRAYA EL PLURALISMO CULTURAL Y RELIGIOSO DEL SIGLO XXI Y LLAMA AL DIÁLOGO
Encuentro interreligioso de Barcelona. Clausura ante la catedral
MARÍA-PAZ LÓPEZ
Barcelona.
El Papa llamó ayer al diálogo como instrumento básico para abordar el complejo siglo XXI y el tercer milenio, «caracterizados cada vez más por el pluralismo cultural y religioso, para que su futuro esté iluminado desde el inicio por el diálogo fraterno y se abra así al encuentro pacífico», según decía en una carta leída ayer en la clausura del encuentro interreligioso de San Egidio. En su misiva, Juan Pablo II alaba la capacidad de convivir de participantes de credos tan diversos, pero recalca que tal convivencia y rezo se ha producido «sin confusión y en el respeto mutuo, conservando cada uno íntegras y sólidas las propias creencias».
El mensaje papal, leído ante casi 150 dirigentes religiosos ubicados en un estrado frente a la catedral y con unas 2.500 personas en la plaza, abundaba también en la urgencia del diálogo ecuménico, esto es, aquel que persigue el acercamiento entre cristianos, sean católicos, ortodoxos o evangélicos. «Que el tercer milenio sea el de la unión en torno al único Señor: Jesucristo -clama el Papa-. Ya no se puede tolerar más el escándalo de la división: es un no repetido al amor de Dios.» Durante la mañana, dirigentes religiosos no católicos emplearon también la palabra «escándalo» para referirse a la desunión de los cristianos, y recordaron que es justamente el primado del Papa lo que más contribuye a perpetuar la separación.
Ayer tarde, sin embargo, rezaron todos juntos por la paz en un servicio ecuménico en la iglesia de Santa Maria del Pi, abarrotada de fieles, y se dirigieron luego a la plaza Sant Jaume a reunirse con delegaciones de las otras confesiones, que también habían rezado por la paz en distintos lugares del casco antiguo. De la plaza, donde les esperaban el presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, y el alcalde de Barcelona, Joan Clos, apretadas filas de cardenales, ministros no católicos, rabinos, imanes, popes, monjes budistas y dignidades sintoístas, entre otros, marcharon en procesión hacia la catedral.
Allí, la Comunidad de San Egidio, convocante de este encuentro interreligioso y con reputación de excelencia en el fomento del diálogo, coincidió con el Papa en el valor de esta herramienta en los nuevos tiempos. «En una sociedad en que cada vez más personas diferentes viven juntas, hay que aprender el arte del diálogo», reza el manifiesto final por la paz, firmado por todos los dirigentes religiosos que han participado en la cumbre. «Sentimos que el reto de hacer crecer un alma pacífica en nuestro mundo globalizado es un reto común», dice el texto a propósito del papel de las religiones en la eliminación de las guerras.
Coincidían así de nuevo con la carta del Papa, quien asegura que «el diálogo entre las religiones no sólo aleja el espectro funesto de las guerras de religión, sino que establece sobre todo condiciones más seguras para la paz». El fundador de San Egidio, Andrea Riccardi, enumeró en su discurso los «puntos calientes» necesitados de paz en el mundo. Junto a África, Europa, Jerusalén y Tierra Santa, y las riberas del Mediterráno, citó -sin mencionar la palabra «terrorismo»- a España.
En la ceremonia, que ha cerrado dos días de intensos coloquios, Jordi Pujol se refirió también a los conflictos, sin especificar de qué tipo y a cómo abordarlos: «La historia nos dice que en los peores conflictos, los más largos y crueles, hay un momento en que se ofrecen posibilidades de solución. Pero suelen ser momentos cortos, fugaces, que hay que aprovechar».
También de conflicto habló el alcalde Joan Clos, cuyo parlamento en la clausura no estaba previsto, para reclamar un cambio de valores si se quiere una paz sólida. A su juicio, «los antiguos valores nos han conducido a un mundo de desequilibrios, de ricos y pobres, que es un germen de conflictos». Como colofón, emplazó a los ponentes de San Egidio a regresar a Barcelona para el Fòrum de les Cultures 2004 y entregarse de nuevo al diálogo.