estrellas-de-navidad-maderas-600x600AHORA, QUE ES BUENA ÉPOCA, QUE ESTAMOS EN NAVIDAD, QUIERO DECIRTE ALGO
JUAN DE BURGOS ROMÁN, jgudor@gmail.com
MADRID.

ECLESALIA, 30/12/19.- Que digo yo que quiero decirte, aunque lo sabes sobradamente, que ha llegado de nuevo la Navidad, ¡Señor, Señor, cómo pasa el tiempo!, y que no pasa en balde, que los achaques han aumentado, la memoria disminuye (por cierto, algunas palabras han decidido abandonarme, después de tantos años de armonioso convivir, ¡ingratas!) y la cosa no acaba ahí, que si yo te contara, pero bueno, que aunque es verdad que he empezado con mil lamentos, has de recibirlos como un mero desahogo, como el que habla del tiempo, pongo por caso, y no como queja, que no gruño ni protesto, que estoy teniendo la fortuna de llevar la cosa, la cosa de las mermas, los deterioros y demás alifafes, llevarla, te decía, sin amargura, ni desconsuelo, sin descomponer la figura, ni sulfurarme, y ello se debe a que he llegado al convencimiento, por lo que doy gracias a Dios, que algo ha tenido él que ver en ello, al convencimiento, te venía diciendo, de que los tales deterioros, mermas y alifafes no se remedian andando todo el día encorajinado y de mala leche, con perdón, sino todo lo contrario, con buen ánimo y sin perder de vista que son muchas las cosas de las que disfrutamos, pero espera un momento que me viene ahora a la cabeza una pequeña historia que le cuadra a la perfección a todo esto que te estoy diciendo, te la cuento: se preguntaba a un grupo de gente sobre cuales creían ello que eran las siete maravillas de los tiempos presentes; cada uno fue diciendo los monumentos arquitectónicos que le parecían los más fabulosos, pero llegó uno que dijo que, para él, las siete maravillas eran: poder ver, poder oír, poder tocar, poder probar, poder sentir, poder reír y poder amar, pues eso me digo, que, a pesar de los pesares, que ciertamente puede haberlos y ser muchos, hay sobrados motivos para estar contento, y entonces, pensando en esto, en lo de ir detrás de vivir feliz, he venido a conjeturar que no estaría nada mal proceder, más o menos, tal que así:

  1. dejar de angustiarse por las contrariedades que nos cercan, aplicándose a percibir y valorar todo, o al menos algo de lo bueno que tenemos a nuestro alcance;
  2. no quedarse sin afanes, sin algún quehacer de esos que nos llegan a los adentros, de tareas a realizar que nos ilusionen;
  3. acometer estas tareas y hacerlo sabiendo la razón por la que se hacen, sin hacerlo a tontas y a locas, procurando disfrutar con ello cuanto nos sea posible;
  4. no olvidar que hay que ponerse a apresar otros nuevos objetivos, cada vez que a los que tenemos se los coman las termita; y
  5. en todo momento, funcionar con espíritu agradecido, agradecido a Dios, si uno es creyente y quiere, o a lo que cada uno venga a determinar

y sábete que te he dicho lo que te he dicho por qué estoy convencido de que ello nos ha de llevar a situarnos animosamente en la vida, con aceptación de las contrariedades, de estas que te he señalado y de otras muchas que pudieran venir, y todo esto sin desaliento, pero, antes de seguir, he de avisarte de algo que tengo por muy importante, pues la experiencia me dice que nos va la vida en ello, me refiero a lo peligroso que puede resultar no hacer las cosa al estilo de lo que te acabo de decir, ya que, si te descuidas, si te quedas vacío de objetivos, entonces, sin saber bien cómo, empiezas a arrugarte y te arrugas más y más, y, en un decir Jesús, apareces totalmente estrujado, hecho un verdadero guiñapo, que, aunque no sé quién es el que se dedica a engurruñar al personal, lo hace con notoria eficacia, que te arruga sin piedad, así que, te vengo a transmitir mi deseo de que atines a situarte de modo tal que a ti nadie te pueda arrugar, que, cuando se te presente ese desconocido engurruñador del que te hablaba, te encuentre gozosamente engolfado en ilusionantes tareas y, así, nada pueda él contra ti, por lo que te digo que, si lo tienes a bien, no eches en saco roto mi consejo, no dejes que se escape este envío que te hago, que es envío de los que hay que atrapar, que es volátil, que no es de los que se quedan quietos, no señor, y que, ahora que me acuerdo, te quiero también decir, que a poco se me olvida, que me encuentro muy cómodo, o más bien muy contento, cuando estoy en estas, ejerciendo esta costumbre navideña, ya antigua, de ponerme a charlar con los amigos (también con las amigas, por supuesto, pero no quiero verme repitiendo esta cantinela, la cantinela del ellos/ellas, que me tiembla las carnes de solo pensar en que vaya yo a terminar un tanto gilipollos, perdón, gilipollas, que es que me lio), charlar contigo, te decía, para tener ocasión de enviarte un saludo especial, un saludo cariñoso, de amigo, acompañando a mi sugerencia para esta Navidad, esa sugerencia que hay en el envío escurridizo que te acabo de hacer, pero perdóname, que ahora caigo en la cuenta de que me estoy alargando bastante más de lo razonable y aunque bien que yo quisiera seguir largando un poco más, para hablarte, sobre todo, de mis deseos de Paz, para ti y para todos, estoy viendo que lo de la Paz va a tener que quedar para que te lo detalle en otro momento, que intentare sea pronto y, en el peor de los casos, terminaría quedando para mi próxima felicitación navideña, la del 2020, que espero que, para entonces, ni tú ni yo, nos hayamos quedado por el camino, que del año pasado a este, algunos ya se han quedado, lo que, antes o después e inevitablemente, nos ha de llegar a todos, pero debo decirte que no soy yo de los que tienen mucha prisa en que la cosa esta, la de obitar (perdona por el palabro, que espero se entienda; la verdad es que podía haber dicho transitar, que también deja la casa tapadita, que es lo que se estila hoy, según tengo visto, que ya no se dice que fulanito se ha muerto, que lo que se dice, por lo fino, es que fulanito nos ha dejado), y no es que ande yo huyendo de la muerte, que espero un vivir plenamente feliz en el más allá a la vera de Padre Dios, que es que, a estas edades, no tiene uno ánimos para mucho cambio, y, volviendo a lo que estaba, te he de decir que deseo que lleguemos a la próxima Navidad, en buen estado, se entiende, que para llegar hechos un asco, habría que pensárselo mejor, y ya sí que lo dejo, que el exceso hace que lo bueno se trueque en malo, y sin saber sí esto que te mando lo vas a tener tú por bueno, imagínate como quedaría la cosa si sigo dale que dale un rato más, buen, ya acabo: pues eso, que feliz Navidad, feliz postnavidad, que hasta pronto, espero, y que un buen abrazo, Juan (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).