POLVO, SUDOR Y GENTE
«Viernes santo»
CÉSAR ROLLÁN SÁNCHEZ, eclesalia@gmail.com
MADRID.

ECLESALIA, 02/04/21.- ¿Y si solo nos hemos quedado mirando la cruz? ¿Y si nada de lo que pasó tiene ya importancia después de su muerte? ¿Y si lo que vino después es un montaje interesado? Jesús muere en la cruz. Jesús pasó por el mundo haciendo el bien.

A Jesús le vivieron vivo quienes le siguieron por Galilea. Pero luego llegó Jerusalén y, más tarde, Roma, y lo que era pura vida se convirtió en institución. Con la intención buena, sin duda, en muchas y muchos, de organizar la asamblea, llegó la Iglesia. La institución, la organización, la jerarquización, mayoritariamente masculina, por otra parte, de la viva vida vivida de Jesús, se agarró a la historia, sostenida por bendecidas filosofías antiguas, justificando el poder “por la gracia de Dios”, convirtiendo en rituales los recuerdos de la vida del nazareno.

La primera luna llena de primavera nos marca el día de hoy como «viernes santo». Establecido el día de la Pascua, se colocan el resto de celebraciones de la pasión y muerte de Cristo. Bien por los recuerdos, bien por la memoria, bien por la tradición, pero ¿eso es todo? Nada hace sospechar que el hijo de María quisiera perpetuarse recogido en un sagrario, ni transformado en un templo, ni vivificado en una liturgia, y, sin embargo, aquí estamos los cristianos, cargando con todo eso, tratando de sostenerlo y buscando que no se pierda.

La mayoría no tenemos nada que ver con algunos tiempos oscuros del pasado, aunque haya quien se empeñe en glorificar gestas antiguas como propias del espíritu cristiano. Lo de Jesús es el auténtico pasado que, por ser auténtico, es presente y futuro. Jesús de Nazaret, el hijo de María, el que caminó por Galilea haciendo el bien y murió asesinado en Jerusalén, es el fundamento de la fe. Todo lo demás son montajes, que hacen el bien cuando sirven para avivar esa fe en esperanza y amor, pero que sobran cuando pretenden sostener creaciones de poder, discriminación y manipulación.

La asamblea de seguidoras y seguidores de Jesús, en este «viernes santo», no se queda delante de los sagrarios, ni en los templos, ni vive solo de las liturgias; no es eso lo importante; lo importante y fundamental es la vida de cada una, de cada uno, resonando la vida de Jesús, construyendo eso que, según dicen, llamaba reino de Dios, que más sabe a polvo de los caminos que a incienso; al sudor de la lucha por la justicia que a cirios; a presencia de Dios (en el buen sentido de la palabra) con la gente que nos rodea que a jerarquías.

Lo mataron por no querer acatar las órdenes establecidas por el poder. Quienes le seguían lo vivieron resucitado porque no podían menos que sentirle profundamente interiorizado por el impacto que les causó. No podemos seguir sosteniendo montajes interesados en torno a la profunda experiencia de Jesús. Si es así, todo lo que sea alejarse de ellos será un buen camino para vivir como Él vivió (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).