HOMENAJE Y AGRADECIMIENTO
A Nicolás Castellanos en su 87 cumpleaños: ánimo y felicidades
JULIO PÉREZ PINILLOS, MOCEOP y FICCC, juliopinillo44@yahoo.com
RIVAS VACÍAMADRID (MADRID).
ECLESALIA, 25/02/22.- Me alegra poder contribuir al homenaje de este obispo pastor del Vaticano II sin rebajas, y profeta en las periferias, que me ayudó a perfilar –como a otras muchas personas- mi itinerario y convicciones evangélicas y pastorales junto, por supuesto, a otros obispos-profetas de los que ya testimonié públicamente en su día y a los que acaso cite de pasada como riqueza argumental y testimonial.
Me alegra poder referirme a estos testigos-profetas obispos “con olor a oveja” (¡aquí el Papa Francisco brilla con luz propia¡) que enriquecen con su vida la sociedad y la comunidad eclesial, de modo especial en estos momentos difíciles y tormentosos para la Iglesia de Jesús a causa de hechos “criminales y delictivos» –de carácter moral y económico- no tratados por compañeros suyos en el episcopado como es debido ¡por Justicia y por Evangelio!
En la base de esta reflexión-homenaje está: “Memorias. Vida, pensamiento e historia de un Obispo del Concilio Vaticano II”, libro presentado por Nicolás en Palencia el pasado 4 de Noviembre donde recibió un vivísimo aplauso por su candidatura “ya aceptada” al Nóbel de la Paz 2022. Me parece un libro con garra, que transparenta la pasión de vivir de su autor y escrito con ganas de transmitir lo vivido. Es un libro trepidante, al menos en los últimos capítulos referidos a la Iglesia-Ministerios y Comunidades en los que más me he detenido para fundamentar mi homenaje, aunque también me apoyaré en alguna carta y conversación que he mantenido con Nicolás desde que le conocí como obispo de mi diócesis de Palencia (1978-1991) cuando era casi un recién llegado. Yo me presenté a él, como miembro del equipo coordinador de MOCEOP, informándole ampliamente de lo que pretendíamos y entregándole un ejemplar de nuestra revista-boletín “Tiempo de hablar”. A la semana recibí este mensaje -en el reverso de una tarjeta de San Agustín-: “Sigo con cariño e interés vuestra andadura y pido al Espíritu que siga abriendo caminos en la Iglesia, que toda ella sea ministerial y audaz, sin miedos en esta hora apasionante que vivimos. Gracias por vuestro “Tiempo de hablar» y un abrazo para tu mujer y la niña. Nicolás». Me sorprendió muy agradablemente ya que no abundaba este tipo de acogida a MOCEOP por parte de la jerarquía. Todo ello me lleva a cantar con fuerza estas cuatro pasiones constantes arriba mencionadas que resalta Nicolás en los últimos capítulos de su libro: Profecía, Iglesia, Comunidades y Ministerios. De su mano vamos a su libro:
Profecía, cap. 15 (referido al modo de ser testigo en este mundo y en esta iglesia): “Sin profecía, sin compromiso transformador de las realidades periféricas no hay evangelización». Nicolás se detiene en tres fronteras periféricas: “la marginación», “la indefensión” y la “increencia» subrayando que “hoy evangelizamos desde la promoción humana integral» para concluir que “ser creyente implica una carga profética y martirial intensa y extensa. (En este contexto acoge y resalta el compromiso transformador y profético de los curas obreros -“dieron un paso adelante, pisaron la frontera, se colocaron en la periferia como Jesús de Nazaret…”-, citando su prólogo con el que se inicia mi libro “Los curas obreros en España». Gracias).
Iglesia, cap16 (referido a su dolor y su gozo en la Iglesia). Nicolás nos urge a superar el paradigma eclesial anterior para acoger el del Vaticano II. Y a modo de síntesis hace suya la frase del gran teólogo y eclesiólogo español Juan Antonio Estrada: “Hoy el catolicismo está lastrado con una institucionalización que ya no corresponde ni a las necesidades, ni a las exigencias ecuménicas ni a la sensibilidad de los fieles” y otra del padre conciliar de referencia obligada para este tema Yves Congar: “Mi eclesiología era la del «Pueblo de Dios, de la participación activa de los cristianos en la vida de la Iglesia”.
Comunidades, cap.17 (Referido a qué ministerios para qué comunidades): “Hoy hay que plantearse que el cristianismo, la religiosidad popular se tiene que traducir en pequeñas comunidades, precisamente así lo exige lo fundamental del cristiano: ser comunidad, vivir en fraternidad… Hoy el imperativo cristiano es crear comunidad. Y de cada comunidad tienen que salir los animadores de la fe y los servidores de la comunidad en el mundo» (es aquí donde acoge y cita con profusión el libro de Emilia Robles “Los ministerios en la Iglesia”).
Y en el mismo capitulo 17 razona de cara a los ministerios: «Con todo el Potencial humano, intelectual y riqueza de espiritualidad que tiene la Iglesia ¿Por qué no abordar, rezar, orar, compartir, intercambiar visiones del carisma presbiteral? No tener miedo, discernir con parresía, en clima de diálogo y oración respuestas a la problemática presbiteral.
Creo que las citas y sugerencias de Nicolás en este capítulo sobre “qué ministerios para qué comunidades» coinciden y subrayan -por lo que me atrevo a indicarlo aquí- todo lo que MOCEOP y otros Colectivos similares de Europa y América vienen publicando a modo de conclusión y con carácter operativo, desde hace cuarenta años, en referencia al «celibato» de los presbíteros: “puede ser un don y una riqueza para la persona y para la comunidad, a condición de que sea opcional, libre y no unido al poder, ya que celibato y poder difícilmente casan…”; añadiendo con firmeza en otro de sus congresos anuales que “no es “más» (santo, generoso, servicial…) el celibato que el matrimonio u otras opciones de vida libres, optadas y no unidas al poder dependiendo del grado de Evangelio y de pasión que rezumen cada uno, tanto para los sujetos como para la comunidad». Y en referencia al “cura» (o presbítero) siempre hemos sostenido –y es ya un clásico en MOCEOP y en sus grupos de base que “No es lo más importante que el cura –o presbítero, hombre o mujer- sea célibe o no, sino que tenga y cultive esta triple pasión: por el don del Evangelio como “fuerza salvadora» y sanadora para la persona y la sociedad de hoy; por el pueblo con el que convive y al que se entrega ( barrio, familias, trabajo..) y porque cada Eucaristía que anima y celebra sea“significativa” y generadora de Esperanza en medio de las contradicciones que tenemos que sortear cada día”.
Reflexionando sobre este libro de Nicolás -junto a otras variadas publicaciones- hemos “aprendido” e interiorizado mucho sobre un eje central y actual en el proyecto de Jesús: Iglesia- ministerios-comunidades. Y hemos asumido que “Jesús el día de Jueves Santo instituyó la Eucaristía- y eso celebran todas las Iglesias cristianas-, no el celibato” (J. M. Casillo). Y también lo que parece ya como afirmación ampliamente aceptada: que una sexualidad no madura y no integrada, unida al poder de decisión-orientación que se le confía al presbítero, puede acarrear graves disfunciones y hasta crímenes y delitos, por lo que la celibatocracia es un régimen a escrutar con rigor y con decisiones operativas, aunque duelan.
Nos queda seguir explorando juntos, obispos y grupos eclesiales, “con parresía” -así lo re-formulas en la carta que me diriges con fecha 01/06/18-: “Me gusta ser crítico y tenemos que tener en la Iglesia gente crítica, pero siempre constructiva y coherente… Sin prisas pero sin pausas, con parresía, con expresión de sinodalidad y de colegialidad de todo el pueblo de Dios caminando hacia unas comunidades y una Iglesia para el Reino en el mundo». Potenciemos, pues, caminos renovadores para las comunidades de Iglesia con la mayor confianza y pluralismo que nos quepa entre compañeros de viaje distintos -no faltarán las tensiones- y trabajemos codo a codo para que el «Sínodo 2021-2023 por una Iglesia sinodal» -recién convocado por el Papa- en el que ya nos encontramos embarcados- resulte una ocasión evangélica real hacia la transformación social, eclesial y ministerial que reivindicas en tu libro “Memorias”.
¡Ánimo, Nicolás, enhorabuena¡ y gracias porque nos invitas a profundizar en estos caminos transformadores, desde contenidos lúcidos heredados del Vaticano II y con actitudes de conversión y de confianza, al estilo de Moisés que peregrinó “como si viera al Invisible”, de Juan Evangelista que nos recuerda que el grano de trigo debe saber permanecer en el surco para fructificar y de María, la de las bodas de Caná que nos insiste: “Haced lo que Él os diga”.
Como sé que no te molesta sino que te gusta compartirlo, me permito acabar esta rápida mirada a tu libro con un texto que tu gran amigo y co-ciudadano latinoamericano Pedro Casaldáliga, Obispo-Profeta en Sao Felix do Araguaia, nos entregó a Emilia y a mí, caminantes hacia el IV Congreso de la “Federación Internacional de Curas Católicos Casados (FICCC)”* a inaugurar al día siguiente en Brasilia, con la misión de que se leyera ante la Asamblea Inaugural: “Les ha tocado procurar a la Iglesia caminos presbiterales no célibes desde y al servicio de las comunidades, como a otros nos está tocando reforzar caminos evangélicos y de justicia a favor de los empobrecidos y despojados de sus tierras… Háganlo con la valentía, sabiduría y dignidad que merecen las comunidades y la Iglesia de Jesús…” Días atrás –convivimos con Pedro en la Prelacía durante una semana- nos había comentado al hilo de la “palabra definitiva negativa” que el Papa Juan Pablo II acababa de pronunciar en referenciar al acceso de la mujer al ministerio presbiteral: “Confío en el Espíritu y para bien de la Iglesia que llegará otro Papa que dirá “otra palabra definitiva diferente” (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia. Puedes aportar tu escrito enviándolo a eclesalia@gmail.com).
* Ha servido de portavoz de los 100.000 curas casados –los 57.791 registrados hasta 1996 en el “Annuarium Statisticum Ecclesiae» (del Vaticano) + los 40.000 no registrados por no haber solicitado la secularización- y de proyección de los contenidos y conclusiones de sus cinco Congresos Intercontinentales celebrados en Ariccia (Italia), Dorh Holanda, Madrid (España), Brasilia (Brasil), Atanta (USA), y Leganés (España) .
Todos sus contenidos y conclusiones se han enviado a la Curia Vaticana y a las Conferencias Episcopales de los 24 Países de la Federación. ¡Sin ninguna respuesta! Silencio. Nos preguntamos : “Desaparecidos”? ¿Por qué? ¿Por ser considerados como “desertores” en lugar de “pioneros” (como los definió el Cardenal de Brasil A. Lorscheider)? ¿Porque “La ropa sucia se lava en casa”? ¿Por qué se pretendía mandarlos al psicólogo, en lugar de abrir un debate sereno sobre otras formas presbiterales conformes al Evangelio y enriquecedoras para la comunidad?
Agradeceremos una conversación fraterna y distendida que sería importante, enriquecedora y reconciliadora al inicio de este camino Sinodal en el que nos encontramos convocadas y convocados, desde los grupos-comunidades de base hasta los Obispos y al Papa. Y puede no ser difícil sino fácil. Acaso bastara una nota o una llamada telefónica por parte de la Jerarquía a algunos de los Coordinadores de la emérita Federación Internacional que aún seguimos vivos y deseosos de iniciar el diálogo sobre la riqueza pastoral y ministerial para estos tiempos, acumulada en aquellos Congresos.