16 DE ABRIL – SEGUNDO DOMINGO, PASCUA
Octavo día
Lc 24, 35-48

Eres el mismo Tú, resucitado.
Para reconocerte, nos bastan tus heridas.
Eres el mismo Hombre, el mismo y Otro.

No es que se cierren cicatrices.
No es que la piel vuelva a ser tersa.
No es un borrón y cuenta nueva.

Es que en el centro de la herida,
en la limitación,
en la humanidad más dolorida
es posible Tu Luz.

Lo llamarán locura
o
una verdad que sólo el corazón
entiende.

Mari Sol Pérez Guevara, InesperadaLuz2022@gmail.com
© 2022 Mari Sol Pérez Guevara
CC BY-NC-ND