¿QUÉ ES ESTO?
A propósito de Marcos 1, 21-28
BERNARDINO ZANELLA, bernardino.zanella@gmail.com
CHILE.

ECLESALIA, 26/01/24.- ¡Tantas palabras nos invaden y aturden! Y no es fácil discernir cuáles son las palabras de aliento y de vida, y cuáles son las muchas palabras vacías e inútiles, y las palabras que nos seducen y nos esclavizan.

En el evangelio de san Marcos, Jesús hace callar al espíritu del mal, para enseñarnos a escuchar la Palabra que libera.

Leemos en el evangelio de san Marcos:

Jesús entró en Cafarnaúm, y cuando llegó el sábado, fue a la sinagoga y comenzó a enseñar. Todos estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas.

Y había en la sinagoga de ellos un hombre poseído de un espíritu impuro, que comenzó a gritar: “¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios”.

Pero Jesús lo increpó, diciendo: “Cállate y sal de este hombre”. El espíritu impuro lo sacudió violentamente, y dando un alarido, salió de ese hombre.

Todos quedaron asombrados y se preguntaban unos a otros: “¿Qué es esto? ¡Enseña de una manera nueva, llena de autoridad; da órdenes a los espíritus impuros, y éstos le obedecen!”.

Y su fama se extendió rápidamente por todas partes, en toda la región de Galilea.

Marcos 1, 21-28

En el evangelio de san Marcos, Jesús comienza su actividad pública proclamando la “Buena Noticia”. Es buena en sí misma, y es buena en comparación con otras noticias que no son buenas. Y se manifiesta enseguida quiénes son los mensajeros de la buena noticia o de las malas.

Jesús fue a la sinagoga de Cafarnaúm en día sábado. Es el día sagrado, del culto a Dios y de la escucha de su palabra. Están reunidos en la sinagoga los cumplidores de la Ley, sometidos a la enseñanza de los escribas.

Los escribas son los expertos de la Ley, sus intérpretes oficiales, y la manejan, junto con otros grupos de poder, los sumos sacerdotes, los ancianos y los fariseos, en favor de sus propios intereses, dominando al pueblo. Repiten palabras y tradiciones conocidas y muchas veces presentan como voluntad de Dios los que son simples preceptos humanos.

Jesús, en cambio, “les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas”, y capta el interés de la asamblea: “Todos estaban asombrados de su enseñanza”. Movido por el Espíritu, ofrece una propuesta nueva, el proyecto del Reino de Dios, un camino de liberación y de vida. Y lo manifiesta encontrándose con “un hombre poseído de un espíritu impuro”. Es un hombre que representa a todos los que son heridos por el mal, dominados por las fuerzas que se oponen a la libertad y a la dignidad del hombre. El espíritu que lo posee, reconoce que Jesús ha venido “para acabar” con esa situación. Él desearía hacer de Jesús un aliado suyo, integrarlo en el sistema de poder y dominación, como cree que debería ser un hombre de Nazareth, de la región que alimentaba los intentos de la insurgencia nacionalista contra el imperio romano: “¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno?”.

La reacción de Jesús es durísima: “¡Cállate y sal de este hombre!”. No es sólo una orden contingente, para liberar a ese hombre poseído. Es el programa y la misión de Jesús: quitarle legitimidad a la palabra del espíritu del mal que posee el corazón del hombre, para que la nueva humanidad, ya representada por los primeros discípulos, escuche otra palabra, la Palabra de Dios hecha carne, Jesús, y se abra a su espíritu.

El choque es violento, como lo será siempre. “El espíritu impuro sacudió violentamente al poseído”. Pero la victoria es de Jesús: “Dando un alarido, salió de ese hombre”. Es ésta la certeza, que se manifiesta desde el principio, se desarrolla a lo largo de todo el evangelio y se concluye con el anuncio de la resurrección: en el conflicto entre Jesús y el espíritu del mal, tal vez habrá momentos de mucho sufrimiento, pero al final vence la liberación, vence la vida, vence el amor.

“Todos quedaron asombrados”. El asombro puede ser un primer paso, pero no es todavía fe. Tomar conciencia de la novedad de Jesús y entender que su proyecto responde a la búsqueda humana de plenitud de vida, es ya ponerse en camino: “¿Qué es esto? ¡Enseña de una manera nueva, llena de autoridad!”. Pero, pasar de la autoridad dominadora de los escribas, de entonces y de todos los tiempos, a la autoridad liberadora y humanizadora de Jesús, exige más que el asombro. Es un nacer de nuevo, una vida nueva (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia. Puedes aportar tu escrito enviándolo a eclesalia@gmail.com).