UNOS MINUTOS DE SILENCIO
YOLANDA CHÁVEZ, yolachavez66@gmail.com
LOS ÁNGELES (USA).

ECLESALIA, 12/06/20.- Por favor, unos minutos de silencio. En medio del silencio profundo, tal vez podamos escuchar estas palabras: He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no lo ven? Otra vez abriré caminos y ríos en la soledad (Isaías 43:19).

¿No lo ven?

No, no lo vemos… yo no lo veo, y si me permiten, me gustaría pedir una tregua a quienes con buena intención hablan y escriben sobre lo que ven, o sobre lo que creen que ven.

¿Podríamos guardar silencio por un momento, por favor? Un silencio respetuoso, sagrado, por lo menos un momento. Teniendo en mente a una población a la que en este momento de nada sirven las bienintencionadas reflexiones de escritorio, las proyecciones nutridas por estadísticas, ni los tesoros de interpretaciones bibliográficas o hermenéuticas bíblicas-teológicas que suelen ser ineficaces en vicisitudes como la que estamos viviendo.

Pido silencio por la población, la gente común. Quienes cuidamos a nuestros enfermos y lloramos a nuestros muertos en esta crisis que ha tendido su pandémico manto oscuro sobre la insólita realidad que nos tomó por sorpresa e irrumpió en la dinámica cotidiana de “el pan de cada día”. La cotidianeidad se tornó en noches luchando con la fiebre virulenta y asesina en la tina de baño en nuestras casas, en llamadas telefónicas que anunciaban la muerte de nuestras madres, en iglesias cerradas para los servicios de exequias y en cientos de correos electrónicos; unos explicando diversas teorías de conspiración sobre cómo, dónde y quien creó el virus criminal; otros explicando los verdaderos intereses políticos y económicos escondidos detrás de esta pandemia. Pero he aquí lo insólito: correos de quienes tomaron asiento a la derecha de un dios padre bien macho (cuyo principal hobby es buscar culpables para castigarlos) al que interpretan y luego dicen lo que su dios les dijo que nos dijeran a quienes estamos en duelo en estos tiempos pandémicos, algo así como: “se los dije, se los advertí”.

¡Qué poca sensibilidad!

Pido silencio porque el planeta está de luto, hay miles de personas que estamos con dolor, con aflicción, con pena porque estamos llorando a nuestros muertos y cuidando a nuestros enfermos sin dar crédito a esta realidad insensible que no calla por lo menos unos minutos por consideración a la memoria de las personas que han dejado de existir en medio de la fría soledad, víctimas de esta pandemia y quienes no tuvieron el abrazo de sus seres amados en sus últimos momentos.

Tal vez solo si reconocemos humildemente que no lo vemos ni lo sabemos todo, vamos a ser capaces de callar, de guardar silencio con respeto, y quizás, agudizada la sensibilidad por el dolor de los abrazos que no se pueden dar, en medio del silencio profundo podamos escuchar y asumir con el corazón y con las entrañas esperanzadas, aquellas profundas palabras de Amor transmitidas por medio de Isaías: Otra vez abriré caminos y ríos en la soledad.

Por mi amado Glauco, por su recuperación y por la memoria de su madre (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).