FRATELLI TUTTI, HOMENAJE EN SU PRIMER ANIVERSARIO I
JULIO PÉREZ PINILLOS, juliopinillo44@yahoo.com
RIVAS VACIAMADRID (MADRID).
ECLESALIA, 08/10/21.- Hace un año -el 4 de octubre de 2020, día de S. Francisco de Asís- del nacimiento de la Carta Encíclica del Papa Francisco, Fratelli Tutti, que merece un gran homenaje y agradecimiento, de modo especial, a mi juicio, por su claridad y contundencia al afirmar que los Movimientos Sociales y los Movimientos Políticos son necesarios para una profunda acción transformadora y evangelizadora de la sociedad y de la Iglesia, afirmación que contrasta con la prudencia-cautela-matizaciones empleadas por algunos sectores conservadores de la Iglesia, al referirse a estos mismos Movimientos.
Junto a esta claridad y contundencia, quiero añadir, como razón para este Homenaje de Aniversario, el tono positivo y de aliento que transmite a mucha gente, sobretodo joven, -“malherida” como describe la parábola del Samaritano- que hoy anda tanteando hacia dónde orientar sus energías muy mermadas por los desenfoques vitales que generan la pandemia, la crisis económica y la inestabilidad actuales. Alegra constatar que este Papa tan franciscano como ignaciano, mantiene el mismo tenor positivo, optimista y de reciedumbre manifestado en Laudato Si y en Evangelii Gaudium, marco de su pensamiento. Que la salud le acompañe unos años más para que avance su proyecto, evitando, además, rumores de movimiento de silla.
Quiero fundamentar este homenaje a Fratelli Tutti centrándome en dos apartados importantes de la Carta-Encíclica referidos el primero a los Movimientos políticos, “Amor social. Caridad política” y el segundo a los Movimientos populares, «Poetas sociales«. Solo en estos dos por razón de espacio y porque son los de mayor demanda en mi itinerario político-social-pastoral y en mi actual compromiso vecinal. Para mayor claridad del artículo presentaré por separado el aspecto de reflexión teórica (A) y el operativo-práctico (B) que alientan el nacimiento y los pasos de una Asociación Vecinal de barrio urbano periférico, implicada en mejorar las condiciones elementales de bienestar y de habitabilidad humana de 3000 familias (B).
A. UN PENSAMIENTO VIGOROSO Y POSITIVO
“Tiempo de hablar Tiempo de Actuar”, órgano del MOCEOP, acaba de publicar en su nº 164 un estudio lúcido, incisivo y positivo sobre la Fratelli Tutti. El artículo de referencia obligada para esta reflexión está firmado por Ramón Alario y colaboradores. A ellos he pedido prestadas unas páginas para esta mirada-homenaje. ¡Gracias compañeros de viaje!
Dimensión política de la existencia. Amor social. Caridad política
Vivimos en sociedad y toda sociedad está integrada por grupos de personas que poseen una comunidad de intereses, de los que derivan unos derechos y unos compromisos y deberes. Como a esas antiguas sociedades los griegos las llamaron “polis”, en nuestro mundo denominamos política al arte de organizar esas grandes células de convivencia.
Partimos de que esta realidad se nos ha hecho cada vez más compleja, más amplia, más rica, más plural, y, al mismo tiempo, más complicada a la hora de funcionar y dirigir. Es curioso que esta noble actividad, que tantos ensayos históricos ha producido a la hora de configurarse (aristocracias, oligarquías, monarquías, teocracias, dictaduras…) hasta formular las sociedades democráticas, esté hoy infectada de grandes dosis de descrédito.
Pero, hay que reivindicarla hasta la saciedad: la política es una herramienta imprescindible para abordar nuestros problemas, locales y globales, que cada vez más tienen un carácter universal. Las campañas de descrédito no otra cosa persiguen, y consiguen, que abandonemos el quehacer político en manos de unos pocos profesionales o poderosos que tengan las manos libres para hacer y deshacer su antojo. Todo en nuestra vida es político: participemos o nos abstengamos. Todo. Seguir pensando o defendiendo que nuestras actuaciones individuales con los más cercanos solucionan los problemas que aquejan a la humanidad, es miopía política, que termina dejando sin abordar retos fundamentales para la convivencia.
Hoy la caridad, el cuidado, la atención a quien nos necesita en nuestra vida diaria sigue siendo un reto de humanidad, de sororidad y fraternidad ineludible. Pero hay un nivel imprescindible de actuación que hace que nuestra solidaridad y sentido de la justicia lleguen a millones de personas, que de otra manera quedan desatendidas: son las leyes justas, la fiscalidad proporcional, los servicios públicos universales, la atención por ley a todas y todos. Ante muchos de estos problemas la caridad individual olvida la justicia y es insuficiente. Es precisa la acción colectiva, comunitaria, asociativa: política.
“Por estas razones, si bien la Iglesia respeta la autonomía de la política, no relega su propia misión al ámbito de lo privado. Al contrario, no puede ni debe quedarse al margen de la construcción de un mundo mejor, ni dejar de despertar las fuerzas espirituales que fecunden toda la vida en la socedad”.
(276)
La incitación al individualismo (haz lo que puedas, lo importante es tu caridad, sé tú bueno con quienes te rodean, lo demás no depende de ti…) es un gran engaño. Con esa actuación olvidamos que nuestra vida está marcada por normas, instituciones y leyes. Si no influimos en ellas, tal vez, sean hechas sin una perspectiva de bien común (163). No podemos olvidar que parte de las situaciones de vulnerabilidad e injusticia enumeradas anteriormente tienen unas causas estructurales. Si la riqueza tiende a concentrarse en muy pocas manos, eso es posible porque hay leyes que lo facilitan.
Abandonar todo a la libertad individual propicia un darwinismo social, donde solo los más hábiles, los más poderosos, los más fuertes terminan llevándose el gato al agua y configurando una sociedad acomodada a sus intereses (108-110). No basta el liberalismo que defiende la libertad personal como un valor absoluto. Porque los seres humanos vivimos en profundas situaciones de desigualdad y no partimos de situaciones de igualdad desde las que poder ejercer las mismas libertades.
“La caridad reúne ambas dimensiones… puesto que implica una marcha eficaz de transformación de la historia que exige incorporarlo principalmente todo: las instituciones, el derecho, la técnica, la experiencia, los aportes profesionales, el análisis científico, los procedimientos administrativos. Porque no hay de hecho vida privada si no es protegida por un orden público, un hogar cálido no tiene intimidad si no es bajo la tutela de la legalidad, de un estado de tranquilidad fundado en la ley y en la fuerza y con la condición de un mínimo de bienestar asegurado por la división del trabajo, los intercambios comerciales, la justicia social y la ciudadanía política”.
(164 ss)
Es imprescindible generar vínculos sociales, conciencia de ciudadanía, leyes que pongan al servicio de las grandes mayorías desfavorecidas la riqueza que se genera en un país. Es urgente una legislación global frente a las migraciones (132), dar a los derechos fundamentales una validez universal, sin fronteras (121), ir construyendo poco a poco una nueva red de relaciones internacionales empezando desde lo más cercano pero con visión universal (126). Es posible otra lógica que contemple una política de solidaridad, que piense en términos de comunidad mundial (116. 127). Voluntad política de fraternidad (103) se identifica según el documento con la caridad social y política (176), con el amor efectivo, político (186).
“Miremos el modelo del buen samaritano. Es un texto que nos invita a que resurja nuestra vocación de ciudadanos del propio país y del mundo entero, constructores de un nuevo vínculo social…Con sus gestos, el buen samaritano reflejó que la existencia de cada uno de nosotros está ligada a la de los demás: la vida no es tiempo que pasa, sino tiempo de encuentro”.
(66)
Si la autosuficiencia, la autonomía, el individualismo son los fundamentos del paradigma en que vivimos, la realidad de tantas personas vulnerables, nuestra vulnerabilidad, nuestra interdependencia, nuestra responsabilidad y ese cúmulo de cuidados en que necesitamos vivir, exigen que esos derechos a los cuidados se vayan incorporando progresivamente a los derechos reconocidos por una nueva política. Estas tareas de cuidados deben convertirse en prioridades de nuestra vida diaria, ineludiblemente política.
Movimientos populares. Poetas sociales.
Es este otro de los motores imprescindibles para denunciar, reivindicar y crear solidaridad y cadenas de cuidados. Y uno de los cauces más cercanos y accesibles de la acción política de base: facilitan la participación y hacen realidad sueños y caminos hacia las utopías:
“En ciertas visiones economicistas cerradas y monocromáticas, no parecen tener lugar, por ejemplo, los movimientos populares que aglutinan a desocupados, trabajadores precarios e informales y a tantos otros que no entran fácilmente en los cauces ya establecidos… Hace falta pensar en la participación social, política y económica de tal manera que incluya a los movimientos populares y anime las estructuras de gobierno locales, nacionales e internacionales con ese torrente de energía moral que surge de la incorporación de los excluidos en la construcción del destino común y a su vez es bueno promover que estos movimientos, estas experiencias de solidaridad que crecen desde abajo, desde el subsuelo del planeta, confluyan, estén más coordinadas, se vayan encontrando”.
(169)
Son unas plataformas de política social que complementan la política de los partidos. Son fundamentales para dinamizar y encauzar muchas de las reivindicaciones y propuestas de origen popular. “Son sembradores de cambio, promotores de un proceso en el que confluyen millones de acciones grandes y pequeñas encadenadas creativamente, como en una poesía” (143). Son poetas sociales y facilitan que pasemos de una política para los pobres a otra en que los propios ciudadanos y ciudadanas sean sus protagonistas (144). Y fortalecen, depuran y complementan los cometidos de las diversas instituciones (172).
En esos procesos las personas aprenden a acercarse, expresarse, escucharse, mirarse, conocerse, comprenderse, buscar puntos de contacto: todo eso se resume en el verbo “dialogar”. Son una escuela en acción para construir encuentros y sentido comunitario (203). En muchos de ellos se trabaja más allá de la estricta regla democrática (gana la mayoría) para buscar y construir consensos, buscando fórmulas nuevas que tratan de no excluir ningún punto de vista.
En ese sentido, se puede afirmar que los movimientos populares son creadores de una nueva cultura política:
“Reiteradas veces he invitado a desarrollar una cultura del encuentro, que vaya más allá de las dialécticas que enfrentan. Es un estilo de vida tendiente a conformar ese poliedro que tiene muchas facetas, muchísimos lados, pero todos formando una unidad cargada de matices, ya que el todo es superior a la parte”.
(204)
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