NO EN MI NOMBRE
CÉSAR ROLLÁN SÁNCHEZ, eclesalia@gmail.com
MADRID.

ECLESALIA, 19/05/23.- Casado, Zapatero, Montero, Rajoy, Ayuso, Colau… son apellidos conocidos y reconocidos de políticas y políticos españoles, significantes que en estos tiempos, al menos, nos llevan a personas concretas con ideologías propias, asociadas a partidos de nuestro país. Sus declaraciones descubren sus ideas sobre cómo organizar la sociedad, sus análisis les identifican con maneras de pensar y sus formas de entender la vida muestran la diversidad de nuestra comunidad.

No son apellidos exclusivos; hay muchas personas que tienen esos mismos u otros, también conocidos, que inevitablemente tendemos a asociar a quienes les dieron fama; así, quien se apellida Ortega, Moliner, Cervantes, Lorca, Salas o Velázquez, por ejemplo, nos lleva al recuerdo de la persona que lo hizo famoso y, casi sin querer, lo asociamos a su familia.

A diferencia de otros tiempos y otros lugares, en nuestro entorno cultural, el apellido ya prácticamente no nos identifica. Este segundo nombre nos cae y lo llevamos sostenido con nuestra propia dignidad, independiente de su historia, aunque en algunas ocasiones lo asociamos a personas conocidas que, curiosamente, no tienen nada que ver con nuestro “linaje”.

Hace un par de días, Pedro Manuel, un senador por Madrid, hizo unas declaraciones sobre la recién aprobada “Ley de Vivienda” que indignaron a propios y extraños. Se da la circunstancia de que lleva el mismo primer apellido que el que firma estas líneas y no es la primera vez que me preguntan si es “de tu familia”. Quiero desmentir y desmiento que Pedro Manuel sea de mi familia. Además, las opiniones que vierte en las instituciones y en los medios de comunicación, nada tienen que ver con mi manera de entender la política.

La ideología de este senador está sostenida por unos principios que poco tienen que ver con los míos, con mi trayectoria vital, con mis esperanzas personales y comunitarias, con mi fe y confianza, pero ambos compartimos el mismo apellido que, inevitablemente, nos asocia. Lo que defiende el partido político de Pedro Manuel tiene mucho de individualismo, de medrar por encima de todo, de procurar el bien personal, de aprovecharse de la buena situación, de evitar lo público y de fomentar la economía de mercado liberal insostenible y parece que, por todo esto, no hay ningún escrúpulo en hablar de cualquier manera en aras de sus objetivos.

No en mi nombre. Mi nombre no es el suyo aunque sea el mismo en el apellido. No soy de su familia nominativa ni de su familia política. La mía tiene más que ver con principios que están en las antípodas de los suyos y voto por ellos. No están lejos del proyecto de aquel buen Jesús convertido en Iglesia con el que tanta gente nos sentimos acompañados y con el que procuramos construir el mundo diferente que era el Reino que él comenzó a vivir (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia. Puedes aportar tu escrito enviándolo a eclesalia@gmail.com).